El harén de occidente: Esclavas somos todas


Las mujeres occidentales tendemos a criticar la cultura árabe por ser extremadamente machista y limitar a la mujer y sus libertades a los deseos e imposiciones del hombre. Cuando se hace esto desde occidente, se hace desde una superioridad, pensando que nosotras somos mujeres libres y que no estamos sujetas a normas discriminatorias como el uso del velo. Fatima Mernissi escribe "El Harén en Occidente" donde intenta hacernos comprender que el tamaño de las diferencias entre ambas culturas con respecto a la mujer, no es tal. Nos cuenta que en la cultura árabe, la mujer es valorada por su inteligencia que va de la mano y se confunde con la belleza. En la occidental sin embargo se valora la estupidez femenina, cuenta que A diferencia de los califas, como Harún al-Rasid, que confundían belleza con educación sofisticada y que estaban dispuestos a desembolsar sumas astronómicas para contar siempre con alguna jarya (esclava) inteligente en sus harenes, la mujer ideal de Kant es la que no abre la boca, según Kant “A una mujer con la cabeza llena de griego, como la señora Dacier, o que sostiene sobre mecánica funciones fundamentales, como la marquesa de Chatelet, parece que no le hace falta más que una buena barba.”




Compara la diferente valoración que se da a una mujer según el uso que haga del velo con la valoración que aquí se da al tamaño de nuestros pantalones. "Las mujeres musulmanas tienen que hacer el ramadám durante un mes, pero las occidentales están obligadas a ayunar de por vida". Así pues la dependencia del hombre y la sumisión a sus deseos y caprichos es al fin y al cabo la misma, aunque servida en distintos platos. Fatima afirma: "Sí, pensé, acababa de encontrar la respuesta a mi enigma. A diferencia del hombre musulmán, que establece su dominación por medio del uso del espacio (excluyendo a la mujer de la arena pública), el occidental manipula el tiempo y la luz. Este último afirma que una mujer es bella sólo cuando aparenta tener catorce años. (...) Fijar esa imagen de niña en la iconografía como ideal de belleza condena a la mujer madura a la invisibilidad. Estas actitudes son más peligrosas y taimadas que las musulmanas, porque el tiempo es menos visible, más fluido que el espacio".

La esclavitud de la mujer de occidente no es una esclavitud impuesta desde el exterior, sino que desde nuestro propio interior, desde el sentimiento de mujeres libres e iguales, decidimos hacer dietas para alcanzar pesos insanos, utilizar tacones para deformar nuestros pies, someternos a operaciones estéticas donde la vida corre peligro y otras muchas aberraciones en pos de ser la mujer que ellos quieren. Somos al fin y al cabo esclavas que se creen libres, un modo mucho más sofisticado de conseguir que alguien no se queje por su situación, es hacer que piense que no hay motivos para quejarse.

Si quieres saber más sobre Fatima Mernissi

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