MUJER, PARE Y SÉ FELIZ


Pronto volveremos con más artículos originales, por ahora os dejamos esta interesante reflexión sobre la presión que sufre la mujer para tener hijos.




Artículo en su contexto original




´No quiero tener hijos. ¿Y qué?´

Crece el número de mujeres que decide no ser madre aunque persiste la presión social y familiar a la que se enfrentan

26.01.2014 | 19:30
Columpios vacíos en El Castro de Vigo. // Marta G. Brea
Columpios vacíos en El Castro de Vigo. // Marta G. Brea

"¿Y tú para cuándo?", "¿A qué estás esperando?", "Se te va a pasar el arroz", "Si no eres madre no te vas a sentir realizada". Estas son solo algunas de las muchas preguntas y críticas a las que, aún hoy, tienen que enfrentarse gran parte de las mujeres que, por diversas razones, deciden que no quieren ser madres. Sociólogos y psicólogos admiten esta presión social aunque aseguran que las cosas comienzan a cambiar.
"Mami, no hace falta tener bebés, ¿a que no?". Con esta frase se dirigía una niña de tres años a su madre, que se había parado un rato a hacerle unas carantoñas a un niño de meses.
Sin embargo, esa aplastante lógica infantil no es la que predomina en la sociedad adulta. Las mujeres que toman esta aún controvertida decisión siguen enfrentándose a una fuerte presión social que se basa en una falaz ecuación: ser mujer es ser madre. Así, mujeres que se acercan a los cuarenta años y, por diversas razones, han decidido no ser madres, se topan a menudo con los consabidos comentarios de "mira, que se te va a pasar el arroz", "te vas a arrepentir dentro de unos años" o "una mujer no está completa si no es madre".
Sociólogos, psicólogos y ginecólogos gallegos, además de mujeres que han tomado la decisión de no pasar por la maternidad, reconocen en este reportaje que las cosas van cambiando, pero que aún está muy presente esta obligación callada de la mujer a ser madre.
María Lameiras, presidenta de la Cátedra de Estudios Feministas de la Universidad de Vigo, aborda este tema en su libro "Sexualidad y salud", recientemente publicado. "El modelo de cultura judeo cristiano y patriarcal considera que la maternidad es el destino de las mujeres y eso es una forma también de ejercer violencia de género", advierte, al tiempo que recuerda que a un hombre que no es padre no se le suele preguntar por qué o para cuándo. "La maternidad se impone como un elemento de valorización de la mujer y se olvida que ser madre es algo que tiene que decidir la propia mujer, sin presiones de ningún tipo, ni para serlo ni para no serlo", afirma.
La experta asegura que las presiones se hacen más fuertes cuando la mujer se acerca a los 40. "A esas edad es a la que más mujeres sucumben y, a veces, toman la decisión sin la necesaria libertad". "La maternidad no es un destino para las mujeres sino un camino que se elige transitar y que es enormemente gratificante cuando es fruto de una elección libre", añade.
Las presiones a las que son sometidas las mujeres pueden llegar a hacer dudar a alguna que en realidad no desea esa maternidad "y provocarle un malestar psicológico considerable", explica la psicóloga Concha Rodríguez, responsable da sección de Xénero e Igualdade del Colegio Oficial de Psicólogos de Galicia. La experta advierte de que esa presión, que viene de distintos ámbitos lleva a algunas mujeres a convertirse en madres por convencionalismo. "Ir en contra de sus propios deseos, aunque sea de una manera inconsciente, lleva a muchas madres a conflictos más profundos; a sufrir un sentimiento de culpa y a sentirse incompetentes en ese papel", añade Rodríguez.
Instinto maternal
El llamado instinto maternal, que durante décadas se ha considerado inherente a la mujer, ha sido uno de los principales "culpables" de que se tache de raras a las mujeres que no sienten ese deseo de procreación. Sin embargo, los científicos aseguran que no existe una causa fisiológica demostrada para ese instinto que sienten gran parte de las mujeres, sino que "es algo que se modula por la educación, la sociedad, la cultura, el desarrollo personal, la estabilidad laboral, etc.", explica Elkin Muñoz, director del IVI en Vigo.
El ginecólogo sí destaca la existencia del "reloj biológico" de la maternidad. "La decadencia de la fertilidad empieza a partir de los 37 años, momento en que comienza a disminuir la producción de óvulos, y a partir de los 40-42 años la caída es muy importante, es por eso que las mujeres que nos consultan más allá de esa edad tienen que recurrir a la donación de óvulos", indica el especialista.
Cuando se alcanza la menopausia significa que la mujer se queda sin óvulos por lo que no puede ser madre. "Eso es el reloj biológico, que no tiene relación con el hecho de que una mujer desee o no ser madre", explica Muñoz. De hecho, biológicamente el mejor momento para ser madre son los 23-24 años, mientras que, actualmente, a esa edad el deseo de serlo es prácticamente nulo en la mayoría de las mujeres.
Eva Martín tiene 43 años y asegura que nunca le interesó tener hijos. "Mi marido tampoco tuvo nunca intención de ser padre, por eso ni nos lo hemos llegado a plantear ni ha sido algo problemático para nosotros; no es que me disgusten los niños ni que mi forma de vida no me permita tenerlo, simplemente, estamos bien así", asegura con rotundidad esta profesora de francés. Eva no ha sufrido presión por parte de su familia, aunque admite que en algún momento sí tuvo que atajar comentarios de algunas compañeras con hijos que cuestionaban su postura. "Aunque no han sido demasiados porque soy bastante cortante con esas cosas", advierte. Eva reclama un mayor respeto para las decisiones de cada persona: "Yo creo que cada uno elige su camino y eso debe ser respetado por los que le rodean. Yo soy feliz así y me siento bien, y eso es lo que importa".
El argumento estrella contra aquellas que no quieren ser madres es que son "egoístas". "Me parece increíble que alguien te pueda decir algo así; al contrario, creo que las mujeres que nos lo planteamos somos responsables", afirma la diseñadora de joyas Marta Armada que, a sus 46 años, admite que nunca ha sentido verdaderos deseos de ser madre. "Por mi forma de vida sería muy difícil y, la verdad, no tengo ganas de algo así. Los niños no me atraen y no lo siento en absoluto como una renuncia", añade.
Marta asegura que la inestabilidad económica, sobre todo en tiempos de crisis, es una razón importante para que muchas mujeres opten por su misma decisión. Advierte además que el peso de los niños "sigue recayendo mayoritariamente en las mujeres porque no hay un verdadero reparto de tareas, por lo que la carrera de la mujer es fácil que se resienta". Su percepción la confirman los datos del Instituto Nacional de Estadística que apuntan que en España solo un 2,1% de varones reduce su jornada laboral frente a un 21,1% de las mujeres para dedicar ese tiempo a los niños.
La artesana también ha visto en su entorno a parejas que han decidido tener hijos para rehacer sus relaciones truncadas "y la mayor parte de las veces ha sido un desastre, con lo que me alegro de no haber hecho algo así".
Rosa Cobo, socióloga especialista en temas de género, asegura que la sociedad también va evolucionando en este sentido. "Aunque se mantiene en todas las sociedades y culturas esa presión hacia la mujer para que sea madre, cada vez se va debilitando más, especialmente en los países donde las mujeres han accedido al mercado laboral y tienen vidas autónomas".
La presión, explica Cobo, "procede de la sociedad patriarcal en la que aún vivimos y en la que las mujeres han sido definidas como esposas, madres y trabajadoras gratuitas; hay una clara socialización de género". La socióloga lamenta además "la respuesta reactiva que ha recibido la mujer que avanza en el mundo laboral y en su autonomía por parte del fundamentalismo católico y el gobierno tan conservador actuales. Frases como la de Gallardón sobre que 'la maternidad es la que hace a las mujeres auténticamente mujeres' me dejan perpleja y demuestran que aún queda mucho camino por recorrer", concluye.

Y A TI, ¿CÓMO TE TRATARON?


Se trata de una pequeña prueba en la que se pone de manifiesto que todas esas diferencias que existen entre hombres y mujeres, están más influidas socialmente de lo que se pretende en muchos estudios realizados con bebés. Desde muy pequeños se trata de modo diferente a los niños y a las niñas y eso influye no sólo en las expectativas que se tiene sobre ellos sino también en las que ellos mismos tienen sobre su papel en el mundo. En la prueba visten a un bebé con ropa rosa o azul y piden a la gente simplemente "que hable al bebé". ¿Qué ocurre?




CANNABIS EN NIÑOS COMO TRATAMIENTO DE LA EPILEPSIA MIOCLÓNICA



Charlotte es una niña de ocho años que sufre ataques epilépticos desde los tres meses de edad debido a un tipo severo de epilepsia, el Síndrome de Dravet. A los cinco años los ataques eran tan fuertes y frecuentes que le imposibilitaban llevar una vida normal, llegando a producirse una media de 300 ataques semanales. Sus padres probaron todas las alternativas que encontraron desde potentes fármacos hasta dietas específicas que surtieron efecto ta sólo durante un tiempo. El síndrome de Dravet es un tipo de epilepsia infantil muy resistente a los tratamientos farmacológicos, tan sólo un par de fármacos han demostrado ser útiles y no en todos los casos, así como la dieta cetogénica que parece resultar útil temporalmente aunque también provoca ciertos efectos negativos. 


Cuando los padres de Charlotte lo habían probado todo, descubrieron que había un paciente en Colorado que utilizaba la marihuana para frenar sus ataques epilépticos y se decidieron a probarlo a pesar de haber votado siempre en contra de la legalización de esta sustancia. Aunque la efectividad de la marihuana para reducir los ataques epilépticos no está aún probada debido a que no hay estudios suficientes al respecto, se han registrado varios casos que relacionan el consumo de cannabis con la reducción de la frecuencia de los ataques. 

El caso de Charlotte es uno de ellos ya que sus padres consiguieron aceite de marihuana medicinal que elimina los efectos psicoactivos del cannabis. Conseguirla fue difícil ya que dos médicos deben confirmar la pertinencia de su utilización para poder tenerla legalmente. Dado que existe evidencia que muestra los efectos nocivos del consumo de cannabis en la infancia como un menor desarrollo óseo, merma del funcionamiento pulmonar, bajo rendimiento cognitivo, desarrollo de algunas enfermedades mentales y otros similares, fue complicado dar con dos médicos que se prestasen a colaborar. Pero la gravedad del caso de Charlotte aconsejaba la pertinencia de su uso. 

Así fue como después de administrar una dosis baja del aceite de cannabis rico en CBD y bajo en THC a su hija, los ataques se redujeron casi inmediatamente, desde las primeras horas después de la administración. La reducción se mantuvo durante una semana entera. Actualmente toma aceite de cannabis en dosis muy reducidas dos veces al día y sus ataques se han limitado a 2 o 3 al mes, normalmente cuando duerme.

Casos como este no son frecuentes, y en muchas ocasiones se ha probado el cannabis terapéutico en epilepsia sin resultados, pero es cierto que la etiología de esta enfermedad es muy variada y que por lo tanto sería necesario realizar estudios más complejos y concretos para determinar si de verdad el cannabis puede ayudar a mejorar la vida de otras personas en situaciones similares a la de Charlotte. 

En las fotos se puede ver a Charlotte antes y después del tratamiento con el cannabis modificado que hoy lleva su nombre (Charlotte Web) 



http://edition.cnn.com/2013/08/07/health/charlotte-child-medical-marijuana/
http://sensiseeds.com/es/blog/los-efectos-del-cannabis-sobre-la-epilepsia/
http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1046/j.1528-1157.2001.19301.x/full

Dirección de Gabinete Emotive Psicología


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